mardi 24 novembre 2009

Del concepto "Calidad" aplicado a la educación

Vengo de escuchar un podcast en Radio ADN (valga la mención publicitaria, aunque sea ad-honorem). Entre otros temas, uno de los panelistas se refiere con horror al conflicto por la aprobación al presupuesto en educación 2010 y se pregunta, al mismo tiempo, por qué en lugar de tal debate no se hace uno sobre la calidad de la misma.
La pregunta, que me parece del todo pertinente no deja de asombrarme. Pareciera, como si este año los chilenos hubieran despertado de un muy largo letargo. Son muchos quienes levantan la vez acerca del panorama actual de nuestra educación, desde movimientos ciudadanos hasta nuestros nunca bien ponderados candidatos a la presidencia. El tema pasa, creo yo, por una discusión más profunda acerca de qué estamos hablando cuando hablamos de calidad de la educación.
¿Qué concepto de calidad de educación maneja usted? ¿en qué pensaba la periodista cuando hablaba de calidad? ¿de qué calidad habla el candidato A, B o C?
A mi juicio, hoy en día la discusión se ve jibarizada y empobrecida al asimilar "buena educación" o "educación de calidad" a un buen puntaje SIMCE o PSU. ¿Pasa una buena educación por saber las 4 operaciones y leer y hablar de corrido? Pese a ser necesario y basal, claramente eso es insuficiente en nuestros días. ¿Pasa una buena educación por demostrar "altos estándares de desempeño" en pruebas estandarizadas sean éstas nacionales o internacionales? Personalmente creo que aquello todavía reduce la profundidad del tema en discusión. El debate por la calidad de la educacion, creo, hoy en día se reduce a considerar un buen puntaje en la prueba de selección universitaria (PSU) o un buen puntaje SIMCE, cuando en realidad no es más que un síntoma de una crisis todavía más profunda ligada al problema de definir lo que entendemos por educar en estos tiempos. (y que demuestra, de paso, lo riesgoso que pueden ser estas herramientas de medición en manos de quienes no entienden su utilidad)
El debate real de que hablamos, pasa por definir qué clase de hombre y mujer queremos formar y para qué. Ese debate no existe actualmente, no lo hemos tenido y ciertamente, no se vislumbra en los actuales debates presentes en los medios.

En segundo lugar y estrechamente ligado al punto anterior, está el tema de equidad. Porque para ser claros: hay colegios que proveen de "buena calidad" (definida en términos de buenos puntajes) y otorga las mejores oportunidades a sus alumnos, lo que perpetúa y aumenta, incluso, la brecha actual entre los individuos. Una educación de calidad debe ser también equitativa, entendiendo por equidad dar las mismas oportunidades de aprendizaje a todos los niños. Creo que en este factor es clave entender que dando pie a un sistema más equitativo, damos mayor libertad al individuo. Libertad de elegir su destino. Que cada joven sepa que puede elegir en función de sus intereses y talentos aquello que quiere realizar con su vida y no verse forzado a hacer lo que las circunstancias le han forzado a realizar con su vida.
Para mi, el tema clave es considerar calidad y equidad como indisociables la una de la otra. Calidad de los aprendizajes y equidad en el acceso a oportunidades de aprendizaje. Porque en la discusión perdemos de vista lo central: queremos educar a nuestros niños, ¿para qué? Personalmente apuesto por una educación que libere y dignifique. Que permita que un niño o niña pueda elegir qué hacer con su vida y no que deba hacer lo que las circunstancias le han permitido, limitado u obligado realizar.

La crisis no es de ahora. La crisis actual en educación no es culpa exclusiva de alguien y no importa siquiera preguntarse de quién es la responsabilidad. La crisis, aunque suene a cliché hay que asumirla como una oportunidad para un debate profundo que nos lleve a reflexionar sobre por qué formamos y para qué formamos a nuestros niños y jóvenes. En ese debate debiéramos sentirnos todos convocados, de uno u otro modo, a cuestionarnos en nuestro quehacer y en nuestras prácticas. Insisto: desde mi punto de vista, la discusión ha sido jibarizada reduciendo el tema de la calidad de la educación a la instancia formadora de la escuela y sus resultados; cuando, en su esencia, todos somos de una u otra forma agentes formadores.
Entonces, dejo la pregunta lanzada: ¿qué rol me cabe a mi en cuanto padre, madre, jefe, profesor, alumno, compañero, amiga, hermano, trabajador, (y un largo etc.) en cuanto agente formador? ¿qué educación queremos para nuestros hijos?, ¿desde qué concepto de calidad
estamos hablando, cuando hablamos de calidad de la educación? y finalmente,
pero no menos importante: ¿qué estamos dispuestos a hacer para realizar este cambio?